Zombi Consciente

Escrito por Virginia Montes

La relación entre la autoestima y la manera en la que comemos es tan estrecha como los surcos del churro que como cada mañana rumbo a mi trabajo. Lo sé, mucha grasa para iniciar el día ¿no? Lo cierto es que muchas veces nuestras decisiones son así, un poco impulsivas, por lo menos las mías en cuanto a la comida, de cuando en vez, toman ese rumbo.

En los últimos meses, debo admitir zombi, con mucha tristeza que mis elecciones a la hora de comer han sido… pésimas. Y como a mí me gusta, me encanta, amo comer. Así, con salsitas, sabor fuerte, esa comida que te alegra la vida y te deja pidiendo más. Me he dejado llevar por el ansia y me he zurrado de las amigas verduras y frutas, me he dejado seducir por la señora grasa y su fiel acompañante el carbohidrato. Sí, lo sé, terrible terrible.

Metiéndole un poco de seso al asunto, me he percatado que mis decisiones impulsivas llegan a sus picos más altos ciertos días del mes. Y siendo más incisiva aún, guarda relación que cuando más vulnerable me siento por esas fechas, soy más propensa a la autocrítica y caigo más en las decisiones culposas de comer grasa.

Para que me entiendas mejor, mi cerebro empieza a funcionar algo así:

Cuando debo tomar una decisión entre comer una manzana o un pie de limón, se me viene a la mente, el saborcito dulce del pie, lo bien que sabe el merengue dulzón y la galleta con su toque de limón ¡Es increíble! Lo mismo me pasa con la tres leches, la tartaleta de sauco, el hamburgueson con hartas salsas y mejor no sigo que te hago pecar conmigo.

Luego de mi confesión ¿es posible que nos creamos el cuentazo ese de que vamos a ser felices comiendo todo lo que se nos antoja desaforadamente? ¿De verdad podemos estar convencidos de que tenemos una autoestima sana, si estamos constantemente aplazando nuestra salud por esos pequeños antojos que nos roban la serotonina que con tanto esfuerzo hemos logrado? No nos engañemos y seamos conscientes de si realmente nos estamos amando al momento de elegir nuestros alimentos. Es difícil pues es una tarea del día a día.

Por eso, los invito a pensar más allá del momento, pensar cómo estaremos y cómo nos sentiremos luego de comer ese pedazo de pollo broster repleto de salsas, luego de ese pedazote de torta con harta crema chantilly. Estamos buscando la felicidad del momento o la felicidad y paz que nos da el comer a nuestras horas, tomar la cantidad suficiente de agua y consumir los nutrientes que necesitamos para estar activos a lo largo del día.

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Necesitamos tener ese momento de conciencia para ser realmente coherentes y sinceros con nosotros mismos y responder la siguiente pregunta: ¿Aquello que como durante el día se lo daría a las personas que más amo? Si la respuesta es NO, entonces volvamos a empezar, no es necesario que sea lunes zombi, puede ser ahora mismo. Lo puedes hacer en este preciso instante. Reiníciate, termina de leer y levántate, coge un vaso de agua, verás cómo tu cuerpo te lo agradece, yo haré lo mismo, ¿me acompañas?

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